Cuento

Una idea persistente rondaba su cerebro como un terco zancudo en mitad de la noche. Se sentía endiabladamente inquieto y se dispuso a averiguar la verdad. Sin saber exactamente cómo, se transformó en su propia idea y se alejó convertido en un zancudo de largas patas y enormes lentes que, flotando tímidamente en mitad de la noche tropical, tras una travesía de media hora, llegó al lugar de su destino, del otro lado de la ciudad. Reconoció el patio de la casa al ver la gris silueta del viejo weimaraner dormir junto al quicio de la puerta...entre tropezones aterrizó en el balcón del dormitorio de su amada. Descansó por breves instantes y, mientras recobraba el aliento, se bebía a solas el recuerdo de su aroma y su silueta...suspiró calladamente y, silencioso, se coló por la cortina flotante de la ventana...un último esfuerzo de sus cansadas alas le permitieron aterrizar en la mesa de noche. Desde su privilegiado punto de vista, pudo ver y escuchar todo aquello que jamás hubiera podido imaginar su minúsculo cerebro de hombre-mosquito... Entre jadeos y gemidos, la silueta de su amada se convulsionaba bajo otro cuerpo moreno que la hizo colocarse en complicadas posturas y le hizo proferir obscenidades tan vulgares, que le resultaba increíble creer que hubiesen salido de la boca de la mujer que amaba.  Aquellas imágenes, aromas, sonidos saturaban de tal modo su diminuta cabeza, que se llevo las azules patas al cráneo y se frotó los ojos tratando de creer que lo que veía no era otra cosa que una horrorosa pesadilla... la verdad lo golpeó con fuerza y se quedó murmurando para si: Maldita sea! lo sabia...lo sabía, lo sabía... lo sabía.. lo sabía... lo sabia...!!!!!


Derrumbado sobre sus azules patas, contemplando con ojos de traicionado la fatiga de los cuerpos encender el tradicional cigarrillo post coital y hablar de todo y nada a la vez...derramó un par de lágrimas silenciosas e invisibles y se decidió a regresar a casa. Sucumbió al impulso y decidió besar a la traidora antes de largarse.. quiso jurarle al oído, con su voz de mosquito que sería capaz de perdonarla...


Clap!!!
Murió reventado y dolido en el sudoroso cuello fatigado del amor de su vida.


Escrito por: RArias (elojoacido)
MMVII

Comentarios

Entradas populares de este blog

Yo, el peón (Cuento corto)

Hacer click!