BAR

Mi cabeza estaba al borde del estallido y por mi rostro barbado resbalaba sudor pegajoso y rancio. Mi paladar era una mezcla de aliento a sardinas, tabaco negro y ron. Un intenso recuerdo invadió mis sienes y dejó espacio a la melancolía.

De cualquier manera, sentía, a la vez, la imperiosa necesidad de hablarle...Era un mandato que se alojaba en el interior de mis dos sienes borrachas. Solo eso. Queria conocerla, aunque fuera asi, en estado natural, despues de una jornada violenta en la ciudad y tomando un trago de ron barato en aquel lugar oscuro, oloroso a blues y a jazz ácido. 

Su presencia iluminaba aquel lugar como si una luciérnaga gigante se hubiese colado por la ventana del segundo piso y hubiera elegido ese exacto lugar en la barra, para pintar con luz todo el miserable estruendo de pláticas, vasos y voces que poblaban aquel lugar, que parecia ajeno al brillo de su belleza descomunal. 

La observaba, a través del color ambarino de mi vaso... entre sorbos, alucinaba decirle que ella era la criatura más hermosa que hubieran contemplado mis ojos jamás. De facciones refinadas, era, a la vez un tanto salvaje. El largo de su pelo, sus ojos brillantes, la rotundez de sus caderas,  hacia pensar en una mítica amazona, perdida por encanto en la profundidad de aquel bullicio, como un perfecto espejismo humano. 

El ron seguía deslizándose ágilmente por mi garganta ávida de evasión. El humo de ciento cincuenta mil cigarrillos nublaba la atmósfera...necesitaba hablarle y me sentía seguro y decidido, si bien es cierto que, a la vez, una pesada sensación envolvía mis piernas y me atenazaba el cuello. Presentía un monumental ridículo frente a sus amigas, quienes, si bien es cierto, no vestían de Dior, tampoco vestían casiharapos como yo. 

Pensaba rápido...los minutos se estrellaban furiosos contra el escándalo...solitario, la observaba en detalle mientras fingia poner atención a los comentarios de mi amigo... ella apagaba su sed con una cerveza fria, y su rostro enrojecido por el calor, suspiraba pensando quizas en algun antiguo amante. 

Tengo que hacer algo, me repetia.. tengo que encontrar la manera de hablarle. Tengo que sacar el valor de hacerlo de alguna jodida manera... Finalmente, encendi un cigarrillo y, decidi levantarme a pedir la cuenta. Mi pecho parecía la jaula de un ave estridente y nerviosa. 

Fui al WC, me lavé las manos y acomodé algunos mechones rebeldes de pelo hacia atrás. Sequé mis manos con el jeans, conté los ajados billetes que llevaba en el bolsillo izquierdo. Me guiñé el ojo en el espejom, y caminé, tranquilo a la barra.

Sigiloso como un gato, logré penetrar el océano de gente que se interponía entre ella y mi terquedad de hablarle. Logré, finalmente, abrirme paso hasta donde ella estaba.  La oscuridad rodeaba su rostro como si todos mis fantasmas, se hubieran convertido en luminotécnicos que iluminaban, concentrados, la plenitud de su perfil y la roja gloria de su boca humedeciendo con sus fronteras el helado cuello de la botella. 

(No sabía que decirle...Solo podía ver al idiota del cajero que se hacía líos con los vueltos y las propinas y maldecía  a los clientes con una hipócrita sonrisa y en perfecto tailandés. La veía sentada alli, justo a mi lado, su salvaje perfume inundaba  mis fosas nasales...mientras yo me repetía dentro del cerebro, confusamente que necesitaba hablarle antes que algún mejor tipo que yo, lo hiciera. 


Tímido, rocé su hombro izquierdo...., (casi sin querer, disimuladamente...) cuando volteó y clavó fijas, sus pupilas en mi. 

Me vió fijo a los ojos. Me dijo mi nombre y partió la pesada columna de todos mis miedos con su voz, filosa y templada:

Te había soñado así....toda mi vida. 


Escrito en
2007
por
elojoacido.

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